La luna se hizo transparente a sus ojos también y no volvió a saber de aquel hombre. Lo buscó y divagó por las calles durante tres semanas. Intentó, inútilmente, volver a soñarlo. El entrenamiento había sido efímero pero el aprendizaje bastaba para independizarse de sus frases sin sentido y su melodía al hablar. Sin embargo, extrañaba su presencia, incluso sus silencios y sus miradas picadas. Soñó con aquellas luces y con la ciudad tornillo. Estaba confuso sin su compañía y no lograba desentrañar la repetición de los carteles que aludían a las calles. Volvió a despertar borroso y sin comprender su música.
La oscuridad se volvió un enemigo; luego, encontró en ella la fuerza de un aliado cuando se conocieron, como dos patos. "Hoy hay luna seca", dijo ella, con los ojos huecos en el cielo. Él no comprendió pero asintió con la frente, como si reconociera el fenómeno. Llevaba un vestido corto y un suéter de rayas malvas. El pelo negro negro y los ojos negros negros también lo aturdieron como para dejarse llevar sin protestar. Su mirada vidriosa no decía nada, pero veía todo a través.
lunes, 6 de enero de 2014
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