Gustavo Valle
El discurso crítico suele embellecer obras que carecen de brillo propio. Porque la crítica hace eso. Y también esta entrada de blog. Del resto, se ocupa Gustavo Valle: su prosa atenta y preciosista.
Álex estaba avergonzado, no podía mirarla directamente a los ojos. Le preguntaba a Rebeca por ella, cómo seguía, se ofreció mil veces para calentar agua o preparar comida, viajó varias veces a Cariaco en busca de medicamentos pero evitaba acercarse a la habitación. Se reprochó haberle dicho a Morocho lo que le dijo, y pensó que sus palabras habían sido producto de la situación, un efecto rebote de su imprudencia o su descuido. Además, no podía o no quería entender que, a su edad, sintiera algo por una niña de diecisiete. No porque no fuera posible, al fin y al cabo Francis ya era una mujer, sino porque la distancia temporal que los separaba era la prueba de su propio envejecimiento.
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