Tanto revuelo no me deja escribir. Mi escritura se entrecorta como un grifo defectuoso.
Sueño. Despertador. Cama. Despertador. Sueño otra vez. Despertador. Cama. Bajar. Desayuno (al fin). Ropa. Baño. Subir. Bajar nuevamente. Caminar. Juncal. Agüero. Santa Fe. Subte. Estación Puán. Escaleras. Subir. Caminar. Falcón. Alberdi. Valle. Goyena. "Facultad tomada". La puta que lo parió. Bancos por todos lados. Carteles húmedos y borroneados. “Macri y Kristy desfinancian la educación”. Me pareció simpático el neologismo verbal “desfinanciar” y un tanto curioso la diferencia nominal: “Macri” por un lado, claro, conciso, nominativo. “Kristy” un tanto más ambiguo. En fin. Hasta cuándo. Reconozco caras. Nos juntamos. Elsa se baja de un taxi. Quién pudiera. Educación pública no significa gratis, estúpido. “Vamos al bar”, dice Elsa. Todos vamos. Esquina. Alumno izquierdoso. “Profesora, ¿por qué no tenemos la clases acá?”. Deíctico igual Calle Puán. “Qué idiota”, pienso. Discusión. “¿Apoyar qué o a quién?”, pregunta Elsa. El paro docente, la toma por la toma, el reclamo, la solidaridad. Lentamente me enfurece la situación. Quiero irme. “Para mí, esto es desprestigiar la UBA”. “Estamos en una situación de revolución”, dice un alienado. “La culpa de todo la tiene el capitalismo”, dice un inadaptado. Aparece el PRESIDENTE DEL CENTRO DE ESTUDIANTES. “¿Cuál el la consigna?”, lo apuran. El tipo tira datos como una metralla. “Son falacias”, le retrucan. “¿Hasta cuándo la toma?”, me canso. “Hasta que Trinchero nos dé una respuesta”. Qué estudiará este gil, me pregunto. ¿Y si se pierde el cuatrimestre? “Hacéle el juego a Cavallo, cerremos todo y vayámonos a la UCA”, exclamo, como una loca. Elsa está perturbada. Hay tres opciones: la calle, los pasillos o el bar. Todas nefastas, pienso. La calle es patética, los ruidos, los carteles y el autoritarismo callejero de estos pendejos. Por qué no irán a laburar, pienso reaccionariamente. Estos giles te hacen facho. Me río. No soy facho. Los pasillos son más dignos, hay techo y hasta se puede improvisar un pizarrón, pero es apoyar, de algún modo, a estos peregiles (con G). El bar es privatizar. ¡Afuera Sarlo, afuera Cavallo y Menem (y Kirchner)!, dicen. Democracia es votar, dice Elsa. Se vota. Calle. Bar. Bar. Pasillo. Bar. Bar. Bar. Pasillo. Calle. Bar. Calle. Calle. Bar. Bar. Pasillo. Calle. Bar. Bar. Todos al bar. Viva la democracia. Claro, este seminario está lleno de gringos, adictos al café. Bar. Consumición. 8 pesos un cortado, me horrorizo. Elsa habla de la toma. Debate. 45 minutos a la mierda y perdemos el corte de 15. Concluye no concluir. “No lo tengo resuelto”. Yo tampoco pienso, y sonrío.
Prometo fotos, mañana llevo la cámara. Cierro el grifo. Hasta mañana.
domingo, 19 de septiembre de 2010
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